La revista Comunidad retrató un particular instante en la historia del catolicismo argentino. Surgió a fines de 1955, inmediatamente después del derrocamiento del peronismo, en un contexto de autonomización política del laicado respecto de la jerarquía eclesiástica. El heterogéneo grupo que la dirigía se enrolaba en el humanismo cristiano, una corriente que se referenciaba en los franceses Emmanuel Mounier, Jacques Maritain y Louis-Joseph Lebret. Bajo estas figuras tutelares, los redactores de Comunidad se inscribían en la izquierda cristiana, rechazando la derechización de las democracias cristianas europeas. En su primer comité de redacción se encontraban, entre otros, Guillermo Di Paola, Guido Di Tella, Ludovico Ivanissevich Machado, Marcelo Losada, Gabriel Mayor, Emilio Máspero, Horacio Peña, Alberto Petrecolla, Mario Robirosa, Carlos Alberto Velasco Suarez y Carlos Villalba. A ellos se sumarían, a partir del sexto número, Floreal Forni, Félix Herrero y Edgardo F. Murray. Con la excepción de Máspero, que provenía del sindicalismo cristiano, se trataba de jóvenes que en su mayoría habían comenzado su militancia estudiantil en la Liga Humanista.

Comunidad se desplegó en ocho números. Del primero al quinto prefirió una filiación inorgánica, o como ellos mismos se presentaron, se trataba solo de una “comunidad de profesionales, obreros y estudiantes”. A partir del sexto número se convirtieron en el órgano semi oficial de la línea verde, una fracción interna del PDC de la Capital Federal. La interna partidaria y el perfil programático del partido ocupó cada vez más espacio en la revista, así como las crónicas del enfrentamiento con la facción más liberal, representada por el segmento que conducía el santafecino Manuel Ordoñez.

Los redactores de Comunidad pretendían enarbolar la bandera de un proyecto político y social cristiano sin que ello significara atarse a las directivas de la jerarquía católica. Al igual que la Liga Humanista universitaria –creada en 1950– reivindicaban la “inspiración” religiosa, pero preferían mantenerse a distancia de la tutela eclesiástica. Se percibían como un laicado lo suficientemente maduro como para enarbolar un proyecto autónomo, de carácter “avanzado” en términos sociales. De alguna manera, ponían en duda la potestad de la iglesia sobre su acción pública, secularizando de hecho su particular forma de intervención política.

 

Comunidad
Fechas de Publicación: Nº 1 noviembre de 1955; Nº 8 Marzo de 1959
Lugar de edición: Buenos Aires
Redacción: Tucumán 695 – 1º piso
Agradecemos a José Zanca por su generosa colaboración

Digitalización: José Zanca

Comunidad
noviembre 1955
Comunidad nº 1
Comunidad
enero 1956
Comunidad nº 2
Comunidad
abril 1956
Comunidad nº 3
Comunidad
mayo-agosto 1956
Comunidad nº 4-5
Comunidad
enero 1958
Comunidad nº 6
Comunidad
agosto 1958
Comunidad nº 7
Comunidad
marzo 1959
Comunidad nº 8