Los dos números de la revista literaria La Muda se publicaron en Rosario (Santa Fe), en 1982 y 1983. Gracias al proceso de reprografía –fotocopias en tamaño “medio oficio”–, se reproducía y circulaba en un sobre de papel manila que, a modo de portada, llevaba una etiqueta pegada (fotocopia láser en papel especial). Las hojas de cada artículo estaban abrochadas entre sí, pero sueltas respecto al conjunto del número, de manera que no había un orden secuencial fijo entre las distintas colaboraciones. El orden “sugerido” por el SUMARIO, por lo inevitable, era completamente arbitrario y tenía tan sólo la función de permitir un control sobre si el ejemplar estaba o no completo, además de servir de soporte al paratexto editorial. Fiel al principio “el medio es el mensaje”, La Muda eligió la fotocopia como soporte, un medio moderno en la década del ochenta y a la vez irreverente. Una herramienta estudiantil o de oficina, de muy baja calidad gráfica. La fotocopia, como medio de reproducción, era todavía un medio relativamente nuevo en la ciudad de Rosario y, hasta cierto punto, costoso. De ahí que fuera necesario encontrar canales “informales” para garantizar la salida de cada número. El único criterio editorial fue que, a partir del momento de ser invitado, el/la autor/a tenía derecho a consultar el material que se iba recopilando para formar parte del número próximo y/o hacer su aporte, contando con que el material que presentara sería publicado en forma irrestricta. La exclusiva condición era que los originales fuesen presentados en formato “medio oficio”, ya que estos serían fotocopiados en forma directa sin la menor intervención. Los tiposcritos que el lector encontrará en la presente publicación, corresponden a las respectivas máquinas de escribir de las autoras y los autores, así como las correcciones son de su propio puño y letra.

La redacción de La Muda funcionaba en la Librería Cartaphilus, donde se encontraba el “sobre” en el que iban recogiéndose los aportes que quedaban a disposición de autoras y autores hasta el momento de su publicación. La idea era hacer posible la controversia y hasta la apropiación o tergiversación de los textos literarios dentro de un mismo número. Si bien esta oferta fue poco o nada aprovechada por los/as colaboradores/as, fue bastante frecuentada por el staff compuesto por: Alberto Dohuero, Reynaldo Laddaga, Alejandro Sambucety, Álvaro Cardanella, César Cabello, Carlos Dante Capella y Estevan Lozados. El subtexto era “la muerte del autor” y el lema que ostentaba La Muda en su portada el de “ERRADICACIÓN DE TODA REALIDAD POR LA LITERATURA”.

El proyecto editorial de La Muda incluyó la producción de eventos teatrales y performances que incluyeron el estreno mundial de puestas experimentales de Emeterio Cerro y también del dúo E. Cerro-Arturo Carrera, además de la presentación de la revista Xul. En 1983, Néstor Perlongher, que venía “bajando” desde Brasil de regreso a Buenos Aires, recitó por primera vez en Argentina su legendario poema “Cadáveres”, en el contexto de una performance de A. Carrera, R. Laddaga y C. D. Capella, en el patio del Café La Luna. La Muda además realizó una lectura performativa unipersonal con grandes títeres planos en el Centro Cultural General San Martín, de la Ciudad de Buenos Aires, y fue distinguida con el Premio Sorete como la “Revista literaria revelación del año 1982”, concedido por el Café Berlín, de Omar Chabán, compartiendo escenario con la “Banda revelación del año”: Sumo, de Luca Prodan. A partir de 1983, La Muda salió a la calle con su semanario mural La Vergüenza (formato doble oficio, partido al medio en forma vertical), consagrado de manera exclusiva a un o una artista y orientado a aportes de tipo visual, collages, etc. Otro proyecto editorial de La Muda fue Proforma, del que apareció solamente un número dedicado a Hugo Padeletti (disponible en Ahira)

Digitalización: Ernesto Inouye y Damián Monti Falicoff (IECH- UNR/ CONICET)

La Muda
4 de diciembre 1982
La Muda N° 0
La Muda
14 de mayo 1983
La Muda N° 1