A fines de 1990, No Hay Derecho apareció en la ciudad de Buenos Aires como “revista bimestral”. Al igual que algunas de sus contemporáneas, como Babel y La Letra A, combinaba, en la mejor tradición de las revistas culturales latinoamericanas, el origen universitario de la mayoría de sus hacedores con una voluntad de difusión y de intervención cultural y política por fuera del circuito académico. Desde un título contundente, pero con un matiz zumbón (alguno de los integrantes de su staff recordará años más tarde que, además de aludir a la frase cristalizada, el título evocaba al de una murga uruguaya), No Hay Derecho ensayó una mirada crítica sobre el derecho público y sus prácticas e instituciones, inscribiéndola desde el primer número en el campo de los estudios sociales. Por eso, tanto aquellas contribuciones que podrían haber tenido solo un altísimo nivel de tecnicismos (por ejemplo, el análisis de fallos judiciales) como las que podrían haberse limitado a la actualización teórica (por ejemplo, los anticipos de libros) fueron también, sin dejar de cumplir esos cometidos, posicionamientos políticos que buscaban dialogar con un público amplio.
Dos elementos centrales colaboraron para lograrlo: por un lado, la búsqueda de un lenguaje alejado de cualquier jerga abogadil, semejante a un ideal de claridad y precisión cercano al registro literario; por otro, la organización para cada número de un índice de contenidos en el que se combinaban con soltura análisis propiamente jurídicos sobre fallos e instituciones jurídicas argentinas, entrevistas a docentes y juristas con perfil intelectual propio, traducciones de textos de teóricos que abordaban grandes problemas de filosofía jurídica —con particular énfasis en la tensión entre punitivismo y garantismo—, e intervenciones ensayísticas sobre algunos temas recurrentes que estaban bastante ausentes tanto en las publicaciones de la disciplina como en los espacios de enseñanza universitaria. Así lo recuerda, a quince años de la salida del primer número de la revista, uno de sus fundadores, Alberto Bovino: “Varios temas que hoy pueden ser parte de los programas de algunas materias, pero que en ese entonces no se discutían en nuestras facultades fueron moneda corriente en la revista, con el objeto de introducirlos al debate académico. Cuestiones de género y derecho, abolicionismo penal radical, criminología de la reacción social, antropología jurídica, teorías críticas, encierro psiquiátrico, medios de comunicación y justicia penal, eran los temas que abordábamos, con trabajos propios y ajenos.”
Víctor Abramovich, Martín Abregú, Mary Beloff, Alberto Bovino, Christian Courtis, Manuel Garrido, Viviana Krsticevic, Adrián Lerer, Martín Moncayo, Dafne Palopoli, Ale Rua, Roberto Saba, Miguel Sama y Marcelo Sgro participaron de la reunión fundacional de la revista. Cuando comenzó a publicarse No Hay Derecho, quienes la hacían eran jóvenes estudiantes de la carrera de Derecho de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires; mientras se iban publicando, con frecuencia irregular, los doce números de la revista —que cerró en 1995—, se fueron convirtiendo en profesionales, docentes e investigadores que iniciaban sus carreras, al tiempo que sumaban a la redacción, a partir del número 9, algunos nuevos integrantes aún más jóvenes. Ese perfil generacional se recorta con más nitidez en el diálogo que la revista propone con dos interlocutores recurrentes que también protagonizan No Hay Derecho, en tanto son centrales para distribuir la conversación, sus temas y sus tonos: Eugenio Zaffaroni y Carlos S. Nino.
A fines del siglo XIX, Estanislao S. Zeballos fundó la Revista de Derecho, Historia y Letras (1898-1924). En su prospecto inicial, Zeballos explicaba que, frente a la “indiferencia cívica”, a los “héroes del desgobierno” y la “licencia social”, la Revista se proponía “contribuir a la disciplina y a la resistencia”. Extrañamente, con motivaciones completamente diversas y desde una perspectiva ideológica que no puede imaginarse más opuesta, No Hay Derecho podría haber sostenido esa misma divisa, transformada por la reflexión crítica que permitía pensar “la disciplina” no ya como llamado al orden, sino como campo de saber y especulación, y la “resistencia” como movimiento de activa producción e intercambio intelectual, cuyas repercusiones sociales se ambicionaron igualmente significativas.
Digitalización: Mary Beloff.
No Hay Derecho
Editores Responsables: Alejandro Rúa, Martín Clemente.
Staff: Víctor Ernesto Abramovich, Martín Abregú, Mary Beloff, Alberto Bovino, Christian Courtis, Carlos Manuel Garrido, Martín Moncayo von Hase, Darío Naón, Alejandro Rúa, Roberto Pablo Saba, Marcelo A. Sgró; desde el n. 9, también Hernán Charosky, Carolina Fernández Blanco, Ariel Garrido, Guillermo Jorge y Máximo Langer.
Diseño Gráfico: Sandra Monteagudo y Juan M. Ventura (nº 12: Juan M. Ventura y Martín Castañeda).
Lugar de edición: Ciudad de Buenos Aires
Fechas de publicación: 1990 – 1995
Números publicados: 12
Dimensiones: 28 x 40 cm.