Juan Carlos Colombres, conocido por el seudónimo de Landrú, fue sin duda una figura central en el humorismo argentino de la segunda mitad del siglo veinte, por sus incursiones en la coyuntura política, en las costumbres sociales y también en el humor absurdo, quizá la faceta más significativa y perdurable de su obra. Landrú y otros dibujantes de su tiempo –Quino, Oski, Copi– recibieron la benéfica influencia del artista rumano-estadounidense Saul Steinberg, para transformarla en estilos muy personales que renovaron el humor gráfico a partir de la década de 1950.

Landrú fue también un importante editor de revistas, en décadas convulsionadas por la sucesión de golpes militares. La primera y la más importante de sus publicaciones fue Tía Vicenta, la Revista del Nuevo Humor, aparecida en 1957 durante la Revolución Libertadora. Fue, según Jorge Rivera, “un proyecto editorial de ambiciosas proyecciones”, que captó “a una masa de lectores ávidos de novedades y ya agobiados por las fórmulas un tanto envejecidas de Rico Tipo”. Para Rivera, Landrú “canaliza en la nueva publicación el talento de jóvenes escritores y artistas, que aportan una óptica más intelectual, un grado sensiblemente mayor de sofisticación (e inclusive de snobismo)”, y “aporta un conjunto de experiencias desprejuiciadas y realmente innovadoras, como sus parodias de publicaciones, sus números «bilingües», sus fotomontajes, su manejo satírico” (“Historia del humor gráfico argentino”, Medios de comunicación y cultura popular, 1984). Tía Vicenta fue clausurada en julio de 1966 por la dictadura que acababa de ocupar el poder: el general Onganía no toleró aparecer caricaturizado como una morsa. Se interrumpió así una continuidad de diez años y 369 números. Pocas semanas después de la clausura de Tía Vicenta, Landrú procuró continuar su publicación como un suplemento de El Mundo, ahora titulado María Belén, con escasas alusiones a la realidad política; se editaron 73 números, hasta la desaparición del diario en 1967.

El humorista, entonces, intentó reflotar su proyecto con una publicación hoy menos conocida, pero muy renovadora: Tío Landrú, que apareció el 12 de junio de 1968 con el subtítulo La única revista que anda bien cuando las cosas andan mal. El origen, según Landrú, fue la invitación a publicar un suplemento de Primera Plana: “Acepté, pero después de considerar los riesgos y las presiones políticas, decidimos sacarla como publicación independiente, bajo el mismo sello editorial. Así surgió Tío Landrú, una esforzada continuación de Tía Vicenta. Yo me había vuelto más cauteloso: no ignoraba, por ejemplo, que Onganía era innombrable. De modo que cuando no se podía evitar alguna alusión a su persona, y dado que existía en Buenos Aires una reconocida firma de rematadores llamada ‘Onganía y Bonifazi’, yo le ponía Bonifazi. Naturalmente, los lectores se daban cuenta de la elipsis, y mucha gente empezó a decirle a Onganía el Bonifazi” (Landrú por Landrú. Apuntes para una autobiografía, con Edgardo Russo, Buenos Aires, El Ateneo, 1993).

Entre los numerosos colaboradores de Tío Landrú mencionemos, en el humor gráfico, a  Ángel Aboy (Drácula), Roberto Aranda, Carlos Basurto, Alberto Bróccoli (Histerio), Eduardo Campilongo (Ceo), Oscar Cariola (Manucho), Luis Durante (LD), Rubén Flores (Raf), Juan Gálvez Elorza (Fantasio), Roberto Góngora, Enrique Gutiérrez (Gorla), León Herman, Diego Irañeta, Carlos Loiseau (Caloi), Jorge Limura (Pan Duro), Norberto Lombardi (Lombar), Roberto López (Viuti), Antonio Mongiello (Napoleón), Jorge Palacio (Faruk), Lino Palacio (Flax, Brunetto), Miguel Pratico, Aldo Rivero, Norberto Robinot, César Robles (Selbor), Mario Suárez (Suar), Oscar Vázquez Lucio (Siulnas), Pedro Vilar y Jorge Werffeli; en el humor escrito a Aldo Cammarota (Aristócrates), Adolfo Castelo (Castel), Héctor Cerino, Armando Chulak, Jorge Colapinto (Fideofino), Carlos Duelo, Julio Gil (Pericles), Manuel Gurrea, Jorge Llopis (Remedios Orad), Marcos Martínez, Pedro Pernías (Jordán de la Cazuela), Juan Carlos Samalea (Ácido Nítrico, Gusano de Nailon) y Mario Sexer (Hipólito Pi). Ocasionalmente pueden hallarse también las firmas de Oscar Blotta (Kobló), Roberto Fontanarrosa, Daniel Giribaldi (Dangir), Jorge Sanzol, Carlos Trillo y María Elena Walsh.

Los problemas con la censura subsistieron y la amenaza de una nueva clausura era permanente. Por fin, en el número 47, del 30 de abril de 1969, se anunció el fin de la publicación. Así evocó Landrú el cierre: “a pesar de nuestra cautela hubo problemas. Al poco tiempo de aparecer la revista, el director me informó que lo habían llamado de la SIDE para averiguar la tirada, y que se sintió obligado a mentir dando una cifra inferior a la real. Me pidió, asimismo, que considerara la posibilidad de transformar Tío Landrú en un semanario de espectáculos o de humor deportivo, y yo me negué. La revista tenía éxito, pero si uno no puede trabajar en forma independiente y con libertad de criterio, las cosas no salen bien. De modo que al terminar el contrato preferí concluir la experiencia despidiéndome amablemente de los editores. Por suerte fue así, porque a los pocos meses clausuraron Primera Plana, y de haber continuado Tío Landrú seguramente me hubieran echado la culpa una vez más”.

 

Tío Landrú
Director: Landrú (Juan Carlos Colombres)
Editorial: Primera Plana
Fechas de publicación: nº 1, 12 de junio de 1968 – nº 47, 30 de abril de 1969; periodicidad semanal.
Lugar de edición: Buenos Aires
Dimensiones: 22,5×29 cm

Digitalización: Martín Greco

Actualización enero de 2023: colección completa.

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