El Escarabajo de Oro, dirigida a lo largo de toda colección por el narrador Abelardo Castillo, fue una de las revistas literario-culturales más significativas entre los últimos años de la década de 1960 y los primeros de la siguiente. Publicó un total de 37 ediciones (incluyendo cinco números dobles y un boletín extra, el número 29 ½), numeradas del 1 al 48 y que se integran con las de El Grillo de Papel, que Castillo había dirigido también y había sido censurada. Dos elementos marcan formalmente esa integración: el que El Escarabajo de Oro retoma la numeración de El Grillo, y la existencia de la sección miscelánea “Bicherías”, que se transforma pronto en “Grillerías” como si fuera necesario enfatizar que El Escarabajo de Oro alberga el espacio enunciativo de la segunda. Además de Castillo, su “staff” estuvo integrado por Arnoldo Liberman (quien codirigió la revista hasta su sexto número), Liliana Heker (su secretaria de redacción), Vicente Battista (“responsable inmediato”), y un Consejo de redacción integrado, entre otros, por Eduardo Barquín, Raúl Scari, Alicia Saboulard, Ricardo Piglia, Miguel Briante y Lelia Varsi, además de una serie de colaboradores asiduos, como Víctor García Robles y Humberto Constantini. La propuesta visual de la revista incluyó caricaturas y viñetas humorísticas (en la mayoría de los números, de Siné), la inclusión de fotografías e incluso algunas separatas de artistas como Carlos Alonso y Luis Seoane. La apuesta visual se volvía más densa y más compleja porque suponía claramente una propuesta de lectura: el diseño de la revista segmentó casi todos los textos incluidos ordenándolos no sintagmáticamente, sino obligando al lector a “saltar” a menudo entre páginas discontinuas, extrañando la práctica lectora a través de recorridos que obligaban a “mirar” la totalidad de la revista, de la tapa a la contratapa.
Con la mira puesta en un público no solo porteño o argentino, sino latinoamericano, El Escarabajo de Oro se definió como revista de izquierda, y desde esa perspectiva polemizó con publicaciones como Cuadernos de Cultura, Hoy en la Cultura y La Rosa Blindada. Sus notas editoriales, firmadas casi sin excepción por su director, son textos centrales para comprender los debates recurrentes que articularon el campo cultural de su época, tanto en lo que hace a sus motivos más recurrentes en su formulación más general (el compromiso estético e intelectual, la concepción del arte como “arma” y “herramienta de trabajo”, la pregunta sobre el papel de la juventud) como en sus modulaciones más coyunturales (como el debate a propósito de la existencia o no de una “crisis el marxismo” en respuesta a los planteos de Héctor P. Agosti).
El Escarabajo de Oro publicó cuentos, poemas, reportajes reseñó una gran cantidad de obras literarias, cinematográficas y teatrales contemporáneas con evidente vocación de intervención intelectual crítica. Por lo demás, produjo y editó además varios reportajes especialmente realizados para la revista, concedidos por figuras tan diversas como Jean Paul Sartre, Mario Vargas Llosa, Henry Miller, Ernesto Sabato, Marlon Brando o Juan Rulfo. En una interpelación permanente hacia los lectores, se erigió en “editorial” para organizar concursos de cuentos y promovió los de varias editoriales (Losada, Casa de las Américas). Su lectura, que se complementa además con el tercer proyecto de Castillo, El Ornitorrinco (1977-1986), organiza una antología fundamental de la narrativa y la poesía contemporánea, pero puntúa además los debates de su tiempo.